1500 (hormigas).

 


Me he hecho mayor.

Voy para vieja (o eso espero).
Soy espía de mí misma. Y me aliso las mejillas, busco una peca escondida, me palpo el vientre y lo aprieto dentro de mí.

Me espío para ver si hay otra que ha ocupado mi lugar.

Me añoro un poco. A mí misma, y ​​añoro mi cuerpo, y lo que queda de él.

Ya no sé si soy joven. Realmente no sé que soy.

Me encuentro como en constante penumbra, aunque intuyo destellos de luz danzando como hilos de plata;  imagino cigotos de nuevas ideas, en metamorfosis constante, de pensamiento a palabras, de palabras al papel, que toman forma con una claridad casi mágica, como el resplandor de las luciérnagas en la más oscura de las noches.
Me busco y me hablo conectada a la más primitiva de mis esencias, mientras acuno el ciclo de la vida entre mis manos, en una Nana de ternura ancestral.

Nacida hace lustros en un entonces frío invierno; oteo el otoño que se divisa…y mi primavera que queda tan lejos ya…

Hasta que por fin me (re) encuentro.

Me vuelvo eléctrica. Todo me vibra y no puedo parar de pensar. Gruño si me interrumpen: llevo el cartel puesto de no molestar; y buscan hogar mil quinientas hormigas, en ese vientre que oprimo (y que vuelvo a soltar).

Me hacen cosquillas primero, pero luego me  escuecen, molestamente persistentes, sé que no cesaran. Ahora que voy a vieja, han aparecido unas cuantas más.

1500. Ni una menos.

Pequeñas y oscuras, criaturas inquietas, marchando en hilera, arriba y abajo, abajo y arriba. Sin destino, ni meta, ni hogar.

No tienen trabajo. Y si tiempo; y sin prisa, se van a esperar.

Están ansiosas de ilustrarse, de vibrar leyendo a otro. Quieren oír (y vivir) a través mío. Mea culpa. La que las ha alimentado de siempre, fuí yo.
Tienen hambre de amor y de vida, y sed de penurias y de tonos de azul. Hambre de .
En una hilera silenciosa, me recorren por dentro, caóticamente ordenadas, viajando entre mis recuerdos y abriendo mil grietas; por donde me cuelo YO.

Cada voy vez más desnuda, y me siento más expuesta. Tengo abiertas las entrañas (por culpa de).

1500 mentiras en cada palabra, y 1500 en cada verdad.

Si lo que escribo no les gusta, se remueven molestas, en procesión nerviosa, y pellizcan y me muerden para que les deje de hablar.

Ahora que ya no me asustan, no les tengo ningún miedo,  y les escribo aún MÁS.

Y más, y más rápido; a riesgo de ser indigesta, hasta que terminan salivando por dentro mi vida, y por fin, la ven.

Estas hormigas… malas bestias, estas hormigas del demonio, que me van a dejar seca, si siguen hurgándome más.

Luego ya las siento enloquecidas; se remueven en círculos, suicidas,  hambrientas y  a la vez empachadas de todo, pero queriendo aún más. Hiperactivas, kamikazes, las unas contra las otras, hasta que se aplastan ellas solas, y todo se queda inherte…y yo retengo el  aliento.

No me atrevo a respirar.

Por fin se han ido.

Me hecho mayor, y voy para vieja; no sé coser ni sé cocinar.

Le escribo a mi vida, en una farsa estudiada, un relato sobre hormigas, que no sé si alguien, algún día leerá.

Hola mundo, aquí os dejo mis escritos.

..hechos con el alma y un poco de chocolate…

Amargo. Con fresa, menta o pimienta. Y algo más.

 

Plou. 

 

Plou, Sergi.

El cel et plora.

No podria ser d´una altra manera el teu últim adéu. Però serà l´últim?

Noto que em busques. I avui remenant les caixetes, he trobat aquella foto de l’estiu banyan-te al llac.

I m´he fixat en aquella mirada.

La teva, la del dies bons.

I tot i així, puc veure les tènues ombres sota els ulls i el somriure trist i l’expressió cansada.

Ja et costava tant tot llavors…

Però… I com rèiem? Com vam cremar les nits i les hores, vivint al límit, lliures tots dos?

Plou Sergi, el cel et plora. Jo no (encara).

El funeral és a les 20 h.

 

 

 

Tenemos brujas.

 Tenemos vecinas. Y son brujas.

Espian tras los cristales y nos huelen las pesadillas.

Visten de gris como las motas del polvo, y se esconden del sol en el patio de atrás.

Los días de lluvia hacen ver que barren agua, y de reojo, nos susurran palabras ocultas entre los truenos y los relámpagos. Hablan las lenguas muertas y la de los muertos, des de dentro y del revés.

Más no nos dicen lo que quieren.

Llevan las uñas largas y el pelo alborotado. No es blanco ni rubio, sino del color de la paja vieja, y tienen los ojos empañados de niebla y gris.

Huelen a algo viejo y roto que jamás conoció primavera.

Simulan a veces que podan flores. Jamás creció nada en su balcón…pero siempre están allí.

Se tensa rígido su semblante con la risa de los niños, casi con un espasmo de dolor,  y se les ensombrecen las cuencas vacías, las veces que los oyen cantar. Supuran envidia y algo más… Muy muy oscuro.

Su mirada se vuelve hiel si ven tendido de arco iris la azotea.

De noche se les oye (flojo, flojito) como chirrian los dientes y se afilan las uñas contra el cristal de la ventana que da a nuestra habitación.

Algunas noches sin luna ni estrellas, también se escuchan caer los trocitos de piel seca y descamada de sus manos sobre las baldosas.

¿Qué más podría ser sino?

No sonríen, pero siempre están ahí.

Des de la última luna nueva, las sábanas nunca se secan y se vuelve el aire gélido (de repente).

No nos lo decimos,pero empezamos a tener miedo.

 Hay escarcha en las ventanas y manchas de moho verdosas en la pared. En el pasillo, des de ayer

Corremos bien fuerte las cortinas, y perfumamos el aire con lavanda, romero seco y jazmín.

Totalmente evitativos, fingimos no saber (ni temer), mientras quemamos piel de naranja y alimentamos la candela: pero tenemos frío… Y mucha sed.

Habrá que cambiar de casa, antes de que el mal se nos cuele dentro.

Tenemos brujas. Hay que irse.

Prométeme que no le diremos nunca a nadie el por qué!!!

Domingo


Que aburrimiento… Esta tarde me sabe a gris.

Afuera hace sol!! Salgamos un rato y nos aireamos un poco, con carmín y gotas de colonia.

Que día más largo… Parece que hasta el reloj tiene pereza hoy.

Hagamos una tarta!! y espolvoreamos el hastío,con cacao, canela y miel.

Ya oscurece; para qué salir…

Falta pan para la cena.

Carta a T

Em vaig acomiadar de tu a la caseta blanca.

Recordo com t’allunyaves, somrient amb la teva samarreta de ratlles. Estaves d’esquena, però t’intuïa el rostre i el somriure. Marxaves caminant i semblava que ballessis; confiat, cap a un lloc segur i sense mirar enrere.

Per no fer-m’ho més difícil.

Jo plorava, et mirava i sabia que eres real.

Juraré sempre que jo et veia!!!

Quasi podia tocar-te, asseguda al sofà blanc, i entre singlots  de mocs i llàgrimes, intentava dir-te adéu.

El sofà blanc, aquell de pell, que uns dies després va començar a esquinçar-se.

«Marxa, marxa» deia per dins,  «Queda’t» xiuxiuejava…

No sé si vaig parar de veure’t perquè et vaig deixar marxar. Et vaig dir adéu convençuda, però encara dubto molt.

I de vegades ploro. Cansada. I no em fa vergonya dir-te que et trobo a faltar. Quina cosa, si no et conec…

Dels 3 en falta un.

Sé que per molt que m’hi esforci, estic condemnada a estar incompleta. Incompleta de per vida.

Parlo amb tu (i parlo amb mi) i els dos som un, com aquell dia.

I per fi dic el teu nom: Theo.

Dels 3 el que no porta la G. Mala tria, oi amor?

Mal moment, mal cos, i aquella punxada… I per més que em diguin els de blanc, jo ho sé.

Ho vaig notar a les  entranyes que ja t’havia perdut. I el que em dol més de tot plegat, és que va ser mentre estava enrabiada.

Mai sabré si et vas trencar, o et vaig trencar jo aquella tarda.

Una mica com aquell sofà.

I em sento mala persona, només per aquells microsegons, i tasto el regust oxidat de la culpa.

Culpa.

I ho vull dir. De no saber si voler-te, però després plorar-te tant (o plorar-me tant les meves misèries).

I si acluco els ulls un momentet, encara et veig com camines tentinejant i ja t’allunyes.

Enfilant el passadís, cap a una foscor indefinida. Sense girar-te. Content.

«Adéu, mama

Mai una paraula tan dolça m’ha pogut fer tant de mal.

Lupen

 Sé que anda preocupado por si no voy a parar de contar.

No pregunta. Creo que le apura hasta leerme; por respeto. No quiere molestar ni interferir en el camino.

Se queda cerca y observa como vuelo libre y desbocada; deja que me caiga y sonríe cuando me levanto, y tiene a punto un «curasana de optimismo» para heridas, penas y horas de soledad.

Acepta  que lo arañe cuando me tiende una mano.

Porqué araño. Y a veces muerdo.

Suspira y su ojos le brillan.
Lo sabía el día que eligió.

Aleja fumando las preocupaciones, exhalando anillos terapéuticos contra el dolor;  humos  curativos con olor a hierba  (y de hierba con  olor a él).

Nos cuida a todos con la inconsistencia de una nube, dulce y ligera, como una melodía de fondo,  que te mece, te adormece, te acuna …pero no se escucha.

Y en estos días, se ocupa de todo sin decir nada, mientras yo correteo en el limbo, risueña y de nuevo alegre (a pesar de).

Estos días grises, desdibujados….tienen algo de mi infancia, más no me veo, no me recuerdo…¿En realidad he sido niña?  ¿Jugando a qué?

Y me reconstruyo y me siento bien, agarrándome fuerte y saltando al vacío, las dos cosas a la vez. Nunca una incongruencia resultó tener tanto sentido…ni transmitirme tanta luz. Estoy ciega, cegada y embriagada de libertad.

Por una vez me he atrevido!!!

Y de mientras él, pone algodones en cada esquina (por si a caso…por si me doy) y me alimenta con chocolate y vino dulce  y un : «¿qué te apetece?» ; a pesar de mi mal humor.

Sé que piensa (mientras tanto) que esto de escribir va acabar mal.

No lo dice, pero le da miedo que las palabras me remuevan mucho el alma, y nos alboroten la vida, a él, amante de la más intensa de las calmas, y a mí insaciable torbellino. Más no paro, no escucho, estoy alegre y soy feliz y lo arrastro a él conmigo.

Igual no me conviene, vete tu a saber.

Y él, como faro en la tormenta, me espera de pie. Siempre. A cualquier hora.

A pesar de mil cansancios, encuentra el fin del infinito, y el principio del todo, solamente para mí.

Da sentido a la vida, y vida a mis sentidos.

Tan rudo y tan tierno…¿Cómo lo hará? ¿Lo sabe él?

¿Será así porqué jamás, nadie, nunca, se lo ha dicho?